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Antonio Rivero, doctor en Geografía e Historia y Licenciado en CAFYD
09/10/2024 Nuestro deporte (1941-1990)
El deporte español durante el franquismo se sostuvo sobre una estructura rígida con la que lentamente se fue progresando, aunque casi siempre circunscrita a ciertos deportes profesionales (fútbol, boxeo, ciclismo…) y al tirón mediático de deportistas míticos como Manolo Santana, Ángel Nieto, Paquito Fernández Ochoa o Severiano Ballesteros.
Por otro lado nuestras carencias en deportes olímpicos se podían comprobar cada cuatro años. La práctica deportiva de la sociedad para nada estaba generalizada. En 1978 se aprobó la nueva Constitución Española. La Carta Magna establecía una nueva organización del Estado, pasando éste de una estructura centralizada a lo que se llamó el nuevo Estado de las Autonomías. Este cambio en la organización administrativa estatal también influyó de manera directa en la organización deportiva. La anterior administración con la Delegación Nacional de Deportes (1941) al frente, con organismos como la O.J.E (Organización Juvenil Española), la Sección Femenina, el S.E.U (Sindicato Español Universitario) o la Obra Sindical de Educación y Descanso, desaparecerían dando paso a una nueva forma de entender la organización del deporte en España. De la nueva Constitución emanaron distintas leyes estatales como la del Deporte y Cultura Física de 1980 y la posterior Ley del Deporte de 1990. Ya la primera confería a las administraciones autonómicas un altísimo nivel competencial en materia de actividad física y deportes. Las recién creadas Comunidades Autónomas asumieron en su totalidad las responsabilidades que la nueva legislación les otorgaba en materia deportiva. También la Ley pondrá en marcha formas democráticas para la composición de asambleas y elección de presidentes de federaciones deportivas. Anteriormente el control de estas por la Delegación Nacional de Deportes era total. La Ley de 1990 afrontó temas inéditos pero de urgente solución, se abordarían y aparecería por primera vez el problema del dopaje en el deporte. Otro punto importante que trataría esta ley de 1990 fue la obligatoriedad de la conversión en Sociedades Anónimas Deportivas de los clubes deportivos profesionales. La descentralización del deporte español fue total, salvo en ciertas competencias que mantuvo la administración del Estado, que ejecutaba a través del nuevo Consejo Superior de Deportes (1977) que con categoría de Secretaría de Estado sería el máximo organismo en la jerarquía del deporte español. No obstante las Comunidades Autónomas y los ayuntamientos se convirtieron, en poco tiempo, en el motor del desarrollo inversor y organizativo del deporte español. Por iniciativa de los gobiernos autonómicos y locales, con la colaboración, en muchas ocasionas, de importantes empresas privadas se organizaron en todo el país actos deportivos, hasta su culminación en los Juegos Olímpicos de Barcelona de 1992, que representaron, después de muchos años de trabajo y esfuerzo, la cara triunfadora del deporte español. Por otra parte la práctica del ejercicio físico se extenderá a núcleos y sectores de la población urbana y periférica que nunca antes tuvieron ocasión clara para su práctica. Numerosas competiciones deportivas denominadas, en aquellos años, “populares”, se organizaban en todos los barrios y municipios. El deporte de ocio y tiempo libre empezó a entenderse como un hábito saludable que mejoraba la calidad de vida de sus practicantes. Antonio Rivero, doctor en Geografía e Historia y Licenciado en CAFYD
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